viernes, 2 de marzo de 2012

Camelia Blossom, capítulo 4.

Llegué a casa con ganas de darme un baño de agua caliente, ya que aunque tenía el paraguas, aún estaba algo empapado, y el viento frío no me hacía ningún favor.

-¡Ya estoy en casa!
Rápidamente vino mi madre haciendo un ruido notable con cada paso, como si estuviera algo enfadada.
-¡Aki! ¡Mitsuharu Aki! ¿¡Dónde te habías metido!? Debes de estar emp... ¿Eh? ¿Y ese paraguas?
-Me lo prestó Rin. Ya sabes, la hija de la señora Kimura.
-Oh, la señora Kimura, hace mucho que no hablo con ella... Pero, ¿Rin y tú os seguís viendo? No sabía de eso...
-¡Pues claro! Sabes que siempre ha sido mi mejor amiga, eso no iba a cambiar ahora, de la noche a la mañana.
-Y tanto que lo sé, recuerdo que de pequeños érais inseparables, allí donde iba uno, iba el otro. Aún recuerdo las conversaciones con Kimura "Algún día estos dos serán marido y mujer y formarán la familia ideal" "Que exagerada... Pero no, no estaría nada mal."
Automáticamente sentí como que mis mejillas se prendían.
-Ah... Eh... Sí...
-Oh, dios mío, Aki, en mi vida te había visto tan sonrojado. No me irás a decir que...
-¡No! ¡No es eso! Hace frío ahí fuera, recuerda, lo raro sería que no estuviese rojo.
-Ah... Sí, es verdad... ¡Pues corre a la bañera ahora mismo o cogerás un catarro!
-¡Eso iba a hacer antes de que me hablases de tus conversaciones con la señora Kimura!

Me dirigí al baño, me preparé la bañera y cuando estaba llena me desvestí y me metí dentro. Hay que ver lo relajante que es un baño caliente un día de lluvia, nada que envidiarle al paraíso. Apoyé la cabeza en la pared, y como de costumbre, cerré los ojos y me puse a pensar. Marido y mujer, ¿eh? No me desagradaba como sonaba... Es más, me encantaba simplemente pensar en la idea. Marido y mujer, una familia... Con ella. Al fin y al cabo eso era lo que quería. Ojalá la señora Kimura no estuviera muy desencaminada cuando decía que algún día así sería. Estar realmente enlazado a ella, y que todo el mundo pueda verlo, incr...

-Aki, hijo, ¿qué haces? ¡Te vas a arrugar como una pasa si estás tanto rato ahí dentro!
Miré el reloj del baño y me di cuenta de que llevaba ni más ni menos que cuarenta minutos allí metido. ¿Cuarenta minutos? Me parecía increíble sólo pensarlo. El tiempo pasa realmente rápido cuando estás pensando, y sobre todo, si lo que estás pensando te hace sentir bien...
-Sí, sí, enseguida salgo.
Me sequé, usé la misma toalla para cubrirme y fui a mi habitación a vestirme de nuevo. Odio el momento en el que tienes que salir del baño hacia tu habitación o simplemente salir del baño. Ese frío gélido... Es injusto. Dirigí la mirada hacia mi ordenador, enchufé la pantalla mientras me secaba el pelo con la mano izquierda.
-Oh, vaya, tengo un e-mail... ¿¡De Rin!?
Me apresuré a abrirlo.

Nii-chan! >A</
Quería decirte que tengo unos boletos para el parque de atracciones, y me sobra uno, así que pensé que podrías venir... Si quieres, claro ·//A//· Midori y su novio vendrán también, así que seguramente lo pasaríamos bien ^//3//^ ¡Si no vienes le diré a todo el mundo que tienes miedo de las montañas rusas! ¿Sabes lo humillante que podría ser eso? Nyahahaha. Así que más te vale venir ewe Daisuki!

Rápidamente le respondí:
Así que el parque de atracciones... ¡Por supuesto que iré! Helados, algodón de azúcar y montañas rusas. Estoy deseoso de ver tu cara de terror cuando te subas a una de ellas, ¡no te imaginas cuánto me voy a reír! Mañana nos vemos, pues.

Al parque de atracciones... Con Kimura Rin... Hacía mucho tiempo que no íbamos a un sitio así juntos. Recuerdo que con 7 años fuimos juntos y nos montamos a una especie de mini-montaña rusa. Acabamos los dos llorando de miedo, ¿no es ridículo? La verdad es que no guardo muchos recuerdos de Rin y yo yendo a algún sitio juntos o algo así. Sabía que siempre habíamos sido inseparables, pero no lo recordaba.
Al instante me metí en la cama y no tardé prácticamente nada en dormirme, ya que realmente tenía ganas de que llegara el día siguiente, y se dice que dormir es una forma fácil y eficaz de viajar al futuro...

El despertador hizo su función a las 9 de la mañana. Eso quería decir, por lógica, que era Sábado. Una sonrisa invadió mi rostro y me desperté con una energía completamente anormal en mí. Me vestí, como siempre, me puse mis vaqueros negros ajustados, mis zapatillas desgastadas a lo All-Stars, me planché el pelo, me lavé los dientes y me dirigí a la puerta. Allí estaba ya mi madre, con las llaves del coche preparada para llevarme al Parque de Atracciones. Entramos en el coche y puse Rubber Soul de The Beatles, mi grupo preferido.

-Oh, dios mío, cómo no, ya has entrado al coche y has puesto tu música...
-Venga, mamá, no te quejes, si al fin y al cabo los Beatles te gustan.
-Sí, bueno, ahí te doy la razón, al menos no son de esos grupos insoportables como Bring me...
-Bring me the horizon.
-¡Eso! O los otros... We came as... ¿Romans?
-Sí, así se llaman. Y ninguno de los dos grupos son insoportables, es sólo que hay que tener oído musical para poder apreciarlos.
-Sí, un oído musical bien fuerte, si no quieres que te revienten los tímpanos.
-Por dios, cállate. -Dije casi riéndome
-Bueno, cambiando de tema, así que al Parque de Atracciones. ¿Quiénes decías que estarán allí?
-Pues Azuma Midori, su novio y Rin.
-¿Rin? ¿Kimura Rin?
-Ahá, eso es. De hecho, es ella la que nos ha invitado a venir.
-¿Que os ha invitado? ¿De verdad que sois sólo ami...
-¡P-Por supuesto! -Dije antes de que terminase la frase.
-Vale, vale, yo sólo preguntaba. Oh, mira, ya estamos llegando.

Una par de globos hinchables enormes con forma de conejito y rana avisaban de que efectivamente, ya estábamos en el parque de atracciones, y allí, a lo lejos, estaban Midori, su novio y ella.

jueves, 1 de marzo de 2012

Camelia Blossom, capítulo 3.

-En fin, qué buen día hace, ¿no?
-¿Es que estás ciego, Aki? Si está a punto de ponerse a llover.
-Ya, pero no sabía que decir.
-Oh, bueno, yo estoy igual...

Allí estábamos, sentados el uno al lado del otro, sin saber qué decir como dos completos estúpidos. Nos pusimos a hablar de temas diversos de los cuales siempre hablábamos. "Oh, ¿ya has visto el último capítulo de ese anime?", "¿Qué tal fue la semana?", "¿Nunca has escuchado éste grupo de música? ¡Me encanta!" entre muchos otros. Así estuvimos durante 45 minutos.

-Quizá deberíamos de irnos ya, está empezando a hacerse de noche y los demás nos estarán buscando.
-¿Eh? Ah, sí, vale...

En realidad deseaba decirle "No, yo quiero quedarme aquí contigo todo el tiempo posible, porque realmente me siento feliz estando cerca tuya", pero simplemente no podía.

Volvimos con los demás y Midori volvió a cogerme del brazo para retirarme a un lado y hablar conmigo.

-Eh, ¿qué habéis estado haciendo tanto tiempo vosotros dos solos? ¿De qué hablábais? Cuéntamelo todo.
-¿Cómo que qué hemos estado haciendo? Nada, hablar un poco de todo, como siempre.
-Oh, venga, ¿en serio? Me decepcionas, ¿así piensas avanzar y arreglar todo lo que hiciste?
-¡Oye, es muy fácil decirlo! Ella tiene novio.
-El cual parece que ni exista.
-Bueno, ¿y qué? Él sigue ahí, no puedo hacer nada, simplemente no sería correcto por ejemplo si ahora besara a Rin, aunque lo desee con todas mis ganas y sabiendo que ella no lo iba a despreciar...
-Sólo digo que ahí parado no vas a hacer nada, está muy bien el cuento de que os entendéis a la perfección, de que sois los mejores amigos del mundo y chorradas de las tuyas, pero si no haces nada, créeme que nada va a acabar bien.
-P-Pero... Yo sólo intento no dañarla... Simplemente no debería... -Una lágrima bajó por mi mejilla.
-Oye, ahora no te me pongas a llorar, tampoco creo que sea para tanto. Yo sólo digo que si no le expresas lo que sientes podrían haber malentendidos, más aún, y eso no nos gustaría a nadie...

En ese momento recordé algo que me dijo Akako, mi otra mejor amiga, en una ocasión "Escucha, si no podemos expresar nuestros sentimientos, ¿de qué nos sirve tenerlos?", y la verdad es que tiene mucha razón. No entiendo muy bien el por qué, pero pensaba que decirle lo que sentía por ella en ese momento era algo rastrero, que sería una especie de interferencia en su vida. En seguida comprendí que es algo humano, casi una necesidad y que dejar de ser sincero con mis sentimientos, como siempre había sido, sería un error. Matsumoru no debía de ser una especie de contención de mis sentimientos, y que me parta un rayo si ser sincero es irrespetuoso...

-Bien, ¿sabes qué? Tienes razón -Dije mientras me secaba los ojos con mi camiseta-, hablaré con ella.
-Eso me gusta más. ¡Ánimo! ¿Con quién estaría mejor Rin que contigo?
-Pues con cualquiera, ¿no?
-No seas estúpido.

Volví a abrazar a Kimura mientras me hacía a la idea de que tenía que hablar con ella. aunque no fuese estrictamente necesario, vendría bien para evitar malentendidos. A los veinte minutos, como era de esperar, empezó a llover. Ninguno llevábamos paraguas ni nada con qué taparnos, así que nos despedimos rápidamente y nos fuimos todos a nuestras casas. Yo decidí acompañar a Rin a la suya, tratando de taparla como podía para que no acabase empapada.

-¡Estúpido, vete a tu casa! ¡Vas a coger un catarro!
-Podré vivir con ello -Sonreí.
-Pero... Pero... ¡Me sabe mal! No deberías de acompañarme.
-Oye, oye, ¿no recuerdas que tengo que proteger a mi hermana pequeña no importa qué? Al fin y al cabo "no es más que una chica indefensa"
-Cállate -Dijo Kimura entre risas.

Por fin, llegamos al portal de su casa y nos refugiamos para no mojarnos más.

-Por dios, mírate, ¡estás empapado!
-Es lo que suele pasar cuando tratas de tapar a una enana para que no se moje.
-No deberías haberlo hecho.
-No me arrepiento de ello.
-En fin, no tienes remedio... -Dijo algo sonrojada- Bueno, entonces, ¿querías algo? ¿o simplemente me has acompañado sin ningún motivo?
-Hm... Un poco de todo, pero sí, esta vez sí que querría hablar contigo.
-Sí, claro...
-Yo... Eh... Cómo decir esto... Sabes qué siento por ti, ¿verdad? Ya sabes, sólo mírame a los ojos, y...
-Por supuesto que lo sé, habría que estar ciego para no darse cuenta. Simplemente... Tienes que comprender que no es fácil... En esos términos, las cosas han ido mal entre nosotros, no una, sino dos veces, y como es lógico, la confianza va desapareciendo y el miedo nace... Y eso es lo que nos separa a día de hoy, miedo, una gran barrera de miedo e inseguridad. Aparte, tienes que entender que estoy con Matsumoru, y yo no podría, así sin más...
-Sí, lo sé, lo tengo en cuenta... Sé que no es fácil, pero... Simplemente eso, quería que tuvieses en cuenta que... Te amo.
-Claro que lo tengo en cuenta, siempre lo tuve en cuenta, simplemente será difícil volver a creer en ello una tercera vez, no mientras esa barrera siga ahí, separándonos. Además, me mantengo en que estoy con Matsumoru y no tengo intención de dejarlo.
-S-Sí, claro, comprendo.
-Oye, espérame un momento, ya vuelvo.

Kimura Rin entró en su casa y volvió a salir con una toalla y un paraguas.

-Creo que necesitarás esto -Dijo alcanzándome el paraguas-, está lloviendo mucho y no parece que vaya a parar... Y ten, sécate el pelo, estás tiritando.
-N-No hacía falta. Gracias de todos modos.
-Tampoco hacía falta que me acompañaras a casa, ¿no? Y aún así lo hiciste.
-Touché.
Cogí la toalla y empecé a frotarla contra mi cabello para secarme.
-Lucharé y esperaré. -Dije mientras seguía secándome el pelo.
-¿Eh?
-Eso, lucharé y esperaré. Haré lo que haga falta para poder derribar ese miedo que nos separa, y esperaré hasta que la situación sea más óptima. Entonces, estaremos juntos.
Le devolví la toalla.
-Recuerda esa leyenda que nos gustaba tanto de pequeños, "todos vivimos atados a otra persona por mediante de un hilo rojo, y esa será la persona con la que pasarás el resto de tu vida, siendo completamente inseparables."
-Por supuesto que la recuerdo, y la tengo en cuenta -Sonrió.
-Entonces... Seremos más inseparables que nunca. -Le dije mientras extendía mi meñique hacia ella.
-Sí, claro, pinky promise -Dijo agarrando mi meñique con el suyo- Ahora deberías de irte, se está haciendo tarde y si llegas tarde te reñirán.
-Ah, sí. Mañana nos vemos pues.
-Así será.

Abrí el paraguas y me dirigí hacia mi casa. Tenía 15 minutos de camino asegurados, y no podía dejar de darle vueltas a algo: Ella... ¿realmente me sigue amando? ¿de verdad estaremos juntos durante toda la eternidad? Ojalá así sea...

Camelia Blossom, capítulo 2.

El Viernes llegó relativamente rápido. Todo lo rápido que puede ir el tiempo cuando estás asquerosamente incómodo en un lugar y desearías estar en otro. Pero no me quejaré, eso no va a arreglar nada al fin y al cabo. Las clases pasaron también relativamente rápidas como siempre, en las pocas que atendí estudiamos La Batalla de Termópilas, cómo conjugar verbos, la vida y obra de Platón... Nada demasiado fuera de lo normal.
Ese día Eizo estuvo especialmente... Eizo.

-¿Qué? Ya es viernes, estarás contento, vas a ver a tu "algodoncito de azúcar", pichón. -Dijo entre risas.
-¿Quieres cerrar la boca? De verdad que cada día eres más estúpido...
-Oh, venga, pero si te has sonrojado.
-¿Y quién no, con tal retrasado mental al lado?
-Deberías de tragarte el orgullo, sabes que si yo me voy, no tendrás a nadie.
-Pardon? ¿Y tú sí?
-Eso son pequeños detalles sin importancia...
-Sabes que sin mí no eres nada aquí, esto sería como una jungla.
-Eres un egocéntrico de mierda... Pero sí, tienes razón.
-¿Ves? Yo siempre gano.

Y así durante toda la mañana. Recordándome que era Viernes, que la vería, la abrazaría y recordándome las ganas que tenía de salir de esa especie de cárcel que me parecía en ese momento la escuela.

La mañana terminó y Eizo y yo, como a diario, nos dirigimos a nuestras respectivas casas charlando el breve tramo en el que nos pillaba a ambos de paso.

-Entonces, ¿no piensas decirle nada? Me parece una estupidez.
-No... Quiero decir, no creo que sea necesario decirle nada. Nos conocemos desde que estábamos en la cuna, sólo con mirarme lo entenderá perféctamente todo.
-Di lo que quieras, sigue sonándome estúpido.
-A-Además... ¿Te recuerdo que ella está con Matsumoru? Aparte yo ya le he hecho demasiado daño, como para encima, cuando trata de levantar un poco la cabeza, volver a meter el dedo en la yaga...
-Eh, Aki, si vas a ponerte victimista, preferiría que cerrases el pico. Al fin y al cabo Matsumoru no vive en Suita, sabes que tienes las de ganar.
-Me parece un razonamiento completamente ridículo.
-Ambos conocemos a Kimura, sabemos cómo va a acabar esto.
-No, perdona, yo la conozco, tú como mucho la intuirás. Y no, no sabemos absolutamente nada, así que no pienso dar nada por sentado.
-En fin, di lo que quieras, si prefieres quedarte en tu caparazón como una tortuguita asustada, yo no voy a esforzarme en ayudarte. Me voy a casa.

En realidad, cuando le decía a Eizo que no sabía como acabaría esto, mentía. En el fondo sentía que tanto ella como yo sabíamos cómo iba a acabar todo esto... La leyenda del hilo rojo no podía estar equivocada.

Finalmente, la tarde llegó. Corrí a vestirme, ponerme mis zapatillas a lo All-Stars y a plancharme el pelo. Cogí las llaves y me puse en marcha. 15 minutos después llegué al parque donde solíamos reunirnos Rin, yo y nuestros amigos. Y allí estaba ella. Automáticamente una sonrisa se dibujó en mi rostro, como es habitual siempre que ella está cerca y en cuanto se dio la vuelta y me vio corrió hacia mí a abrazarme. Fue un detalle que me encantó y que de verdad agradecí.

-V-Vaya, menudo recibimiento. -Sonreí.
-No, si encima te quejarás... Nii-chan, baka...
-¡N-No, no, no me quejo, justo al contrario!
-Ya, sí, seguro -Dijo tratando de soltarse, pero no podía porque yo la agarraba con fuerza, y al fin y al cabo, ella tampoco deseaba que la dejase de abrazar.
-Oye, oye, no te vayas, ¿me haces esperar toda una semana para ahora irte? ¡Luego soy yo el mal hermano!
-Mnye... Calla. -Y volvió a la posición de antes.

La verdad es que abrazarla es posiblemente lo que más me gusta en el mundo. Vale, está bien, también admiro el arte, pero no estamos hablando de eso... Simplemente siento que podría estar así toda mi vida, sin cansarme, y me pregunto qué pensará ella, si podría estar así toda su vida, como yo, y si se siente protegida cuando está entre mis brazos...

Al cabo de unos cinco minutos fui a saludar a todos los demás.

-Oye, Aki, tú y yo tenemos que hablar. -Me dijo Azuma Midori.
-¿Eh? S-Sí, claro, ahora mismo si quieres.
-Bien.

Nos retiramos a un lado para que nadie husmeara en la conversación y entonces, sin más, me preguntó:

-Oye, a ti te sigue gustando Rin, ¿verdad?
-Por supuesto, me encanta, ¿acaso alguna vez dejó de hacerlo? Me parece una respuesta un tanto estúpida incluso.
-Pues sí, porque la miras con unos ojitos...
-¿Eh? ¿Yo hago eso? Mientes.
-No, no miento, la miras como si fuera... Qué se yo, una obra de arte, a la altura de la Giocconda o algo así. Aparte, ¿y esa sonrisa que tienes siempre que está contigo? Parece que se te vaya a salir de la cara, tío. De todos modos, no entiendo entonces por qué actuaste como lo hiciste.
-Yo lo entiendo menos, créeme.

"Una obra de arte a la altura de la Giocconda", ¿eh? Ya, claro, ya le gustaría a Da Vinci...

Una vez resuelta su más que evidente duda, volvimos de nuevo con los demás. Rin estaba allí, de espaldas, así que la cogí por el vientre y arrastré de ella para hacerla que se sentase entre mis piernas. La abracé y ella me agarró las manos. En ese momento, sentía que no podía ser más feliz. Como acostumbra a decir ella, estaba Nyappy, aunque me cueste admitirlo, ya que yo soy casi como el anticristo con esa palabra.

-¿Contento?
-No sabes cuanto.
-Oh, la seriedad personificada está contento.
-¿Sabes qué? Te odio.
-Y yo, "no sabes cuanto..."

Así eran nuestras conversaciones habituales. Al igual que con Eizo, la lógica no corría por nuestras venas. Podíamos estar allí, abrazados, y diciéndonos que nos odiamos. Al fin y al cabo somos como hermanos, y eso son cosas de hermanos. O eso me han dicho.

-Oye, ¿te parece si vamos a dar una vuelta y compramos algo de beber?
-¿Huh? Ah, por mí vale, aprovecha ahora que nadie me reclama...
-Bien, vamos pues.
-Pero no me hagas nada feo, ¿eh? No soy más que una chica indefensa -Dijo dramatizando a modo de burla.
-¿Quieres callarte? Ni que fuese un violador o algo así. Además, eso de que "no eres más que una chica indefensa" no te lo crees ni tú, aún me duele la última patada que me diste...
-¡Te la merecías, por bocazas!
-Metro-y-medio -Dije para molestarla- Vale, vale, lo siento, no me pegues.
-Eso me gusta más. Aparte, algún día mediré 2 metros, y te superaré, y tendrás que suplicar clemencia. WAHAHAHA.
-Sí, ya, ánimo...
-¿Insinúas algo? Maldito perro.

Llegamos a una máquina expendedora y cogimos un refresco energético cada uno. Después, nos sentamos en un banco cercano.