domingo, 29 de abril de 2012

Camelia Blossom, capítulo 5.

-Bueno, pues ya hemos llegado. Baja, que te están esperando.
-Ah, sí. Gracias por traerme, mamá. -Dije abriendo la puerta del coche.
-Más tarde vendré a recogerte.
-Bien -Dije ya fuera y volviendo a cerrar la puerta.

Me dirigí hacia Midori, su novio, del cual desconocía el nombre y hacia Rin. En cuanto me vieron, Kimura me saludó desde lejos efusivamente moviendo los brazos en el aire.
-¡Nii-Chaaaan! ¡Estamos aquí!
Levanté la mano a modo de saludo mientras seguía caminando hacia donde ellos estaban. Segundos después llegué a la entrada del parque donde estaban los tres.

-¡Has venido! -Dijo Kimura Rin y se lanzó a mí dándome un abrazo que casi me dejaba sin respiración.
-Claro que he venido. It's free*! Oye, enana, me haces un poco de daño...
-Ah, vale, pues no te abrazo, tsk.
-¡Que no es eso! Simplemente no podía respirar.
-Calla, te odio.
-Pero, pero...

Mientras tanto Midori hablaba con su novio
-Estos dos son siempre así, no te preocupes, en el fondo son inseparables.
-Oh... Ya. -Dijo el novio de Midori sonriendo, sin saber muy bien qué decir.
-Pero en el fondo son tal para cual, necesitan estar juntos, se aman aunque lo nieguen.
-¡CÁLLATE! -Dijimos Rin y yo casi automáticamente, al unísono.
-Oww, ¿no son adorables? Ah, por cierto, Aki, éste es mi novio, Harada Jan.
Jan me estrechó la mano a forma de saludo.
-Encantado, Aki. -Dijo sonriendo.
-Igualmente, un placer.
-Bueno, bueno, y ahora que estos dos se conocen, vamos dentro. Ya.
Rin me cogió del brazo y me arrastró hacia adentro.
-¿Has visto como son el uno para el otro?
-¡Que te calles, Midori! -Volvimos a decir al unísono.

Una vez dentro no pude evitar esbozar una sonrisa. ¡Por dios! ¡Era genial! Todo lleno de familias sonriendo, atracciones con pinta de peligrosas (y divertidas) y varios puestos de comida de lo más interesantes, desde hamburguesas hasta algodón de azúcar.
-¡Nii-chan! ¡Vamos a comprar algodón de azúcar!
-¿E-Eh? No seas tan impaciente, que acabamos de llegar.
-Pero... Pero...
-Luego.
-B-Bien... Baka*.
-¿Es que no puedes estar ni cinco minutos sin demostrarme cuánto me odias?
-Te odio. -Dijo sonriendo-
-Vale, entiendo...
-¡Bueno, bueno, dejáos de cariñitos y vamos a subir a algo! Para eso estamos aquí, ¿no? Vamos al Speed Razor, Rin.
-¡Sí! -Dijo empezando a correr y arrastrándome con ella- ¡Mueve el culo, maldito perro!
-Sí, sí...
Jan sonreía de una forma un tanto incómoda ante tal situación. No sabía lo que le esperaba juntándose con tal novia y con sus amigos...

Al llegar a la atracción, la cola era bastante larga, como para media hora como mínimo. Lo típico con las atracciones más "famosas"
-¿¡Media hora!? Menuda caca. -Dijo Rin hinchando las mejillas-
-Habrá que esperar...
-¿Esperar? ¿Tú estás loco? Diles que se aparten, ¡para algo eres mi sirvienta!
-P-Pero yo no puedo hacer eso...
-¡No te he preguntado que si puedes, te he dicho que lo ha... Dios, Midori, no perdéis el tiempo, ¿eh?
-¿Y qué querías? Mientras una pareja se demuestra su odio, nosotros ponemos la parte de amor. -Dijo guiñando un ojo y sacando la lengua.-
-¿Pero qué te pasa con juntarnos a... Esto y a mí? ¡Eres horrible!
-Sabes que os queréis. Y ahora deja de interrumpirme, estoy ocupada con cosas más importantes.
-¿E-Eh? ¡Eso es trampa! ¡No puedes dejarme con la palabra en la boca! ¡No puedes! ¡Nii-chan, haz algo, te lo ordeno!
-¿Y qué quieres que haga yo?
-Que manía con no hacerme caso, ¡que no te dije que me preguntases qué hacer, te dije que lo hicieras! Dios, eres tan inútil...
-Al menos te abrazo. Claro que eso más que un pro es un contra... -Dije sacando la lengua.-
-Pues sí.
-¡O-Oye! ¡Se suponía que tenías que llevarme la contraria!
-Te fastidias.
-Eres malvada. -Dije poniendo cara de "cordero degollado".
Seguimos demostrándonos cuanto nos "queríamos" mientras Midori y Jan seguían en sus... Cosas de parejas y al poco tiempo la cola desapareció y llegó nuestra hora de subir a la atracción. Rin estaba más feliz que un niño con un caramelo.
-¡Bien! ¡Bien! ¡Por fin!

Midori y Jan se sentaron en el central de tres vagones y Rin y yo en el trasero.
-¿Así que este estúpido ino* se va a sentar a mi lado?
-¿Algún problema? A mí tampoco me hace gracia que me salpiquen tus lágrimas de terror...
-¡Serás estúpido! ¡El único que va a llorar aquí eres tú! -Dijo pegándome un pisotón en un pie.-
-¡HEY! Eso ha dolido.
-Te lo merecías.
La atracción se puso en funcionamiento interrumpiendo nuestra conversación de besugos.

Cinco minutos después estabamos saliendo de allí.
-¡Oh... Dios... MÍO! ¡Eso ha sido flipante!
-¡Ha sido super épico! ¡YO QUIERO REPETIR!
-¡P-Pues yo no le veo la gracia! Ha sido horrible, estoy mareadísima... ¡Se supone que érais vosotros dos los que teníais que pasarlo mal, y no yo!
-Venga, venga, tampoco ha sido para tanto, no exageres, mujer. -Dijo Harada Jan.
-¡Oh! ¿Encima te pones de su parte? Vale, vale. -Dijo Midori mientras se apartaba fingiendo un falso enfado.
-H-Hey, tampoco trataba de hacerte enfadar.
-¡Calla, eres horrible!
-Mwahahaha, ¿quiénes son ahora los que se demuestran su odio? -Dije tratando de fastidiar aún más a Midori.
-Hm, tienes razón, ahora somos nosotros. Entonces, ¿por qué no estáis vosotros demostrandoos vuestro amor? Estáis tardando demasiado en liaros.
Un terrible calor subió desde mis pies hasta mis mejillas, tiñiéndolas de un rojo intenso.  Miré a Rin y su reacción fue la misma.
-¿¡P-Pero qué dices!? ¡E-Eres horrible! ¡A mí no me hables! ¡T-Te odio! -Dijo Rin entrecortándose por la vergüenza.
-Bien, vale, lo siento, me he pasado...
-Demuestra arrepentimiento.
-No lo voy a hacer, simplemente dije que lo siento porque tengo ganas de subir a la siguiente ya.
-¡Serás tramposa! Además, ¿no se supone que eras tú la que lo ha pasado tan mal?
-También fingía, estaba todo preparado para soltar ese comentario. Estás tan mona cuando te sonrojas...
-¿¡P-Pero te quieres callar ya!? -Dijo sonrojándose otra vez.
Sin más subimos a unas 4 atracciones más, todas bastante divertidas, y entre tiempo de esperas y demás se hizo prácticamente la "hora de comer".

-Deberíamos de ir a comer ya, estoy hambriento. ¡Apuesto por ese puesto de hamburguesas que vimos antes, se veían bastante bien! -Dijo Harada Jan; cosa extraña en él, ya que no había sido capaz de estructurar una sola oración en todo el día.
-Por mí genial.
-Lo mismo digo.
-Sí.
Y, sin más, nos dirigimos a comer algo. Sin darnos cuenta de todo el arsenal de comentarios y preguntas embarazosas que Azuma Midori nos tenía preparados.

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It's free: Literalmente, "Es gratis" en Inglés.
Baka: "Idiota; Estúpido" en Japonés.
Ino: "Perro" en Japonés.

Pensé que estaría bien añadir un apartado al final de cada capítulo con palabras difíciles de entender para los que no estén muy metidos en según que terrenos. (Claro que no lo va a leer mucha gente, pero siempre va bien para evitar confusiones.)

viernes, 2 de marzo de 2012

Camelia Blossom, capítulo 4.

Llegué a casa con ganas de darme un baño de agua caliente, ya que aunque tenía el paraguas, aún estaba algo empapado, y el viento frío no me hacía ningún favor.

-¡Ya estoy en casa!
Rápidamente vino mi madre haciendo un ruido notable con cada paso, como si estuviera algo enfadada.
-¡Aki! ¡Mitsuharu Aki! ¿¡Dónde te habías metido!? Debes de estar emp... ¿Eh? ¿Y ese paraguas?
-Me lo prestó Rin. Ya sabes, la hija de la señora Kimura.
-Oh, la señora Kimura, hace mucho que no hablo con ella... Pero, ¿Rin y tú os seguís viendo? No sabía de eso...
-¡Pues claro! Sabes que siempre ha sido mi mejor amiga, eso no iba a cambiar ahora, de la noche a la mañana.
-Y tanto que lo sé, recuerdo que de pequeños érais inseparables, allí donde iba uno, iba el otro. Aún recuerdo las conversaciones con Kimura "Algún día estos dos serán marido y mujer y formarán la familia ideal" "Que exagerada... Pero no, no estaría nada mal."
Automáticamente sentí como que mis mejillas se prendían.
-Ah... Eh... Sí...
-Oh, dios mío, Aki, en mi vida te había visto tan sonrojado. No me irás a decir que...
-¡No! ¡No es eso! Hace frío ahí fuera, recuerda, lo raro sería que no estuviese rojo.
-Ah... Sí, es verdad... ¡Pues corre a la bañera ahora mismo o cogerás un catarro!
-¡Eso iba a hacer antes de que me hablases de tus conversaciones con la señora Kimura!

Me dirigí al baño, me preparé la bañera y cuando estaba llena me desvestí y me metí dentro. Hay que ver lo relajante que es un baño caliente un día de lluvia, nada que envidiarle al paraíso. Apoyé la cabeza en la pared, y como de costumbre, cerré los ojos y me puse a pensar. Marido y mujer, ¿eh? No me desagradaba como sonaba... Es más, me encantaba simplemente pensar en la idea. Marido y mujer, una familia... Con ella. Al fin y al cabo eso era lo que quería. Ojalá la señora Kimura no estuviera muy desencaminada cuando decía que algún día así sería. Estar realmente enlazado a ella, y que todo el mundo pueda verlo, incr...

-Aki, hijo, ¿qué haces? ¡Te vas a arrugar como una pasa si estás tanto rato ahí dentro!
Miré el reloj del baño y me di cuenta de que llevaba ni más ni menos que cuarenta minutos allí metido. ¿Cuarenta minutos? Me parecía increíble sólo pensarlo. El tiempo pasa realmente rápido cuando estás pensando, y sobre todo, si lo que estás pensando te hace sentir bien...
-Sí, sí, enseguida salgo.
Me sequé, usé la misma toalla para cubrirme y fui a mi habitación a vestirme de nuevo. Odio el momento en el que tienes que salir del baño hacia tu habitación o simplemente salir del baño. Ese frío gélido... Es injusto. Dirigí la mirada hacia mi ordenador, enchufé la pantalla mientras me secaba el pelo con la mano izquierda.
-Oh, vaya, tengo un e-mail... ¿¡De Rin!?
Me apresuré a abrirlo.

Nii-chan! >A</
Quería decirte que tengo unos boletos para el parque de atracciones, y me sobra uno, así que pensé que podrías venir... Si quieres, claro ·//A//· Midori y su novio vendrán también, así que seguramente lo pasaríamos bien ^//3//^ ¡Si no vienes le diré a todo el mundo que tienes miedo de las montañas rusas! ¿Sabes lo humillante que podría ser eso? Nyahahaha. Así que más te vale venir ewe Daisuki!

Rápidamente le respondí:
Así que el parque de atracciones... ¡Por supuesto que iré! Helados, algodón de azúcar y montañas rusas. Estoy deseoso de ver tu cara de terror cuando te subas a una de ellas, ¡no te imaginas cuánto me voy a reír! Mañana nos vemos, pues.

Al parque de atracciones... Con Kimura Rin... Hacía mucho tiempo que no íbamos a un sitio así juntos. Recuerdo que con 7 años fuimos juntos y nos montamos a una especie de mini-montaña rusa. Acabamos los dos llorando de miedo, ¿no es ridículo? La verdad es que no guardo muchos recuerdos de Rin y yo yendo a algún sitio juntos o algo así. Sabía que siempre habíamos sido inseparables, pero no lo recordaba.
Al instante me metí en la cama y no tardé prácticamente nada en dormirme, ya que realmente tenía ganas de que llegara el día siguiente, y se dice que dormir es una forma fácil y eficaz de viajar al futuro...

El despertador hizo su función a las 9 de la mañana. Eso quería decir, por lógica, que era Sábado. Una sonrisa invadió mi rostro y me desperté con una energía completamente anormal en mí. Me vestí, como siempre, me puse mis vaqueros negros ajustados, mis zapatillas desgastadas a lo All-Stars, me planché el pelo, me lavé los dientes y me dirigí a la puerta. Allí estaba ya mi madre, con las llaves del coche preparada para llevarme al Parque de Atracciones. Entramos en el coche y puse Rubber Soul de The Beatles, mi grupo preferido.

-Oh, dios mío, cómo no, ya has entrado al coche y has puesto tu música...
-Venga, mamá, no te quejes, si al fin y al cabo los Beatles te gustan.
-Sí, bueno, ahí te doy la razón, al menos no son de esos grupos insoportables como Bring me...
-Bring me the horizon.
-¡Eso! O los otros... We came as... ¿Romans?
-Sí, así se llaman. Y ninguno de los dos grupos son insoportables, es sólo que hay que tener oído musical para poder apreciarlos.
-Sí, un oído musical bien fuerte, si no quieres que te revienten los tímpanos.
-Por dios, cállate. -Dije casi riéndome
-Bueno, cambiando de tema, así que al Parque de Atracciones. ¿Quiénes decías que estarán allí?
-Pues Azuma Midori, su novio y Rin.
-¿Rin? ¿Kimura Rin?
-Ahá, eso es. De hecho, es ella la que nos ha invitado a venir.
-¿Que os ha invitado? ¿De verdad que sois sólo ami...
-¡P-Por supuesto! -Dije antes de que terminase la frase.
-Vale, vale, yo sólo preguntaba. Oh, mira, ya estamos llegando.

Una par de globos hinchables enormes con forma de conejito y rana avisaban de que efectivamente, ya estábamos en el parque de atracciones, y allí, a lo lejos, estaban Midori, su novio y ella.

jueves, 1 de marzo de 2012

Camelia Blossom, capítulo 3.

-En fin, qué buen día hace, ¿no?
-¿Es que estás ciego, Aki? Si está a punto de ponerse a llover.
-Ya, pero no sabía que decir.
-Oh, bueno, yo estoy igual...

Allí estábamos, sentados el uno al lado del otro, sin saber qué decir como dos completos estúpidos. Nos pusimos a hablar de temas diversos de los cuales siempre hablábamos. "Oh, ¿ya has visto el último capítulo de ese anime?", "¿Qué tal fue la semana?", "¿Nunca has escuchado éste grupo de música? ¡Me encanta!" entre muchos otros. Así estuvimos durante 45 minutos.

-Quizá deberíamos de irnos ya, está empezando a hacerse de noche y los demás nos estarán buscando.
-¿Eh? Ah, sí, vale...

En realidad deseaba decirle "No, yo quiero quedarme aquí contigo todo el tiempo posible, porque realmente me siento feliz estando cerca tuya", pero simplemente no podía.

Volvimos con los demás y Midori volvió a cogerme del brazo para retirarme a un lado y hablar conmigo.

-Eh, ¿qué habéis estado haciendo tanto tiempo vosotros dos solos? ¿De qué hablábais? Cuéntamelo todo.
-¿Cómo que qué hemos estado haciendo? Nada, hablar un poco de todo, como siempre.
-Oh, venga, ¿en serio? Me decepcionas, ¿así piensas avanzar y arreglar todo lo que hiciste?
-¡Oye, es muy fácil decirlo! Ella tiene novio.
-El cual parece que ni exista.
-Bueno, ¿y qué? Él sigue ahí, no puedo hacer nada, simplemente no sería correcto por ejemplo si ahora besara a Rin, aunque lo desee con todas mis ganas y sabiendo que ella no lo iba a despreciar...
-Sólo digo que ahí parado no vas a hacer nada, está muy bien el cuento de que os entendéis a la perfección, de que sois los mejores amigos del mundo y chorradas de las tuyas, pero si no haces nada, créeme que nada va a acabar bien.
-P-Pero... Yo sólo intento no dañarla... Simplemente no debería... -Una lágrima bajó por mi mejilla.
-Oye, ahora no te me pongas a llorar, tampoco creo que sea para tanto. Yo sólo digo que si no le expresas lo que sientes podrían haber malentendidos, más aún, y eso no nos gustaría a nadie...

En ese momento recordé algo que me dijo Akako, mi otra mejor amiga, en una ocasión "Escucha, si no podemos expresar nuestros sentimientos, ¿de qué nos sirve tenerlos?", y la verdad es que tiene mucha razón. No entiendo muy bien el por qué, pero pensaba que decirle lo que sentía por ella en ese momento era algo rastrero, que sería una especie de interferencia en su vida. En seguida comprendí que es algo humano, casi una necesidad y que dejar de ser sincero con mis sentimientos, como siempre había sido, sería un error. Matsumoru no debía de ser una especie de contención de mis sentimientos, y que me parta un rayo si ser sincero es irrespetuoso...

-Bien, ¿sabes qué? Tienes razón -Dije mientras me secaba los ojos con mi camiseta-, hablaré con ella.
-Eso me gusta más. ¡Ánimo! ¿Con quién estaría mejor Rin que contigo?
-Pues con cualquiera, ¿no?
-No seas estúpido.

Volví a abrazar a Kimura mientras me hacía a la idea de que tenía que hablar con ella. aunque no fuese estrictamente necesario, vendría bien para evitar malentendidos. A los veinte minutos, como era de esperar, empezó a llover. Ninguno llevábamos paraguas ni nada con qué taparnos, así que nos despedimos rápidamente y nos fuimos todos a nuestras casas. Yo decidí acompañar a Rin a la suya, tratando de taparla como podía para que no acabase empapada.

-¡Estúpido, vete a tu casa! ¡Vas a coger un catarro!
-Podré vivir con ello -Sonreí.
-Pero... Pero... ¡Me sabe mal! No deberías de acompañarme.
-Oye, oye, ¿no recuerdas que tengo que proteger a mi hermana pequeña no importa qué? Al fin y al cabo "no es más que una chica indefensa"
-Cállate -Dijo Kimura entre risas.

Por fin, llegamos al portal de su casa y nos refugiamos para no mojarnos más.

-Por dios, mírate, ¡estás empapado!
-Es lo que suele pasar cuando tratas de tapar a una enana para que no se moje.
-No deberías haberlo hecho.
-No me arrepiento de ello.
-En fin, no tienes remedio... -Dijo algo sonrojada- Bueno, entonces, ¿querías algo? ¿o simplemente me has acompañado sin ningún motivo?
-Hm... Un poco de todo, pero sí, esta vez sí que querría hablar contigo.
-Sí, claro...
-Yo... Eh... Cómo decir esto... Sabes qué siento por ti, ¿verdad? Ya sabes, sólo mírame a los ojos, y...
-Por supuesto que lo sé, habría que estar ciego para no darse cuenta. Simplemente... Tienes que comprender que no es fácil... En esos términos, las cosas han ido mal entre nosotros, no una, sino dos veces, y como es lógico, la confianza va desapareciendo y el miedo nace... Y eso es lo que nos separa a día de hoy, miedo, una gran barrera de miedo e inseguridad. Aparte, tienes que entender que estoy con Matsumoru, y yo no podría, así sin más...
-Sí, lo sé, lo tengo en cuenta... Sé que no es fácil, pero... Simplemente eso, quería que tuvieses en cuenta que... Te amo.
-Claro que lo tengo en cuenta, siempre lo tuve en cuenta, simplemente será difícil volver a creer en ello una tercera vez, no mientras esa barrera siga ahí, separándonos. Además, me mantengo en que estoy con Matsumoru y no tengo intención de dejarlo.
-S-Sí, claro, comprendo.
-Oye, espérame un momento, ya vuelvo.

Kimura Rin entró en su casa y volvió a salir con una toalla y un paraguas.

-Creo que necesitarás esto -Dijo alcanzándome el paraguas-, está lloviendo mucho y no parece que vaya a parar... Y ten, sécate el pelo, estás tiritando.
-N-No hacía falta. Gracias de todos modos.
-Tampoco hacía falta que me acompañaras a casa, ¿no? Y aún así lo hiciste.
-Touché.
Cogí la toalla y empecé a frotarla contra mi cabello para secarme.
-Lucharé y esperaré. -Dije mientras seguía secándome el pelo.
-¿Eh?
-Eso, lucharé y esperaré. Haré lo que haga falta para poder derribar ese miedo que nos separa, y esperaré hasta que la situación sea más óptima. Entonces, estaremos juntos.
Le devolví la toalla.
-Recuerda esa leyenda que nos gustaba tanto de pequeños, "todos vivimos atados a otra persona por mediante de un hilo rojo, y esa será la persona con la que pasarás el resto de tu vida, siendo completamente inseparables."
-Por supuesto que la recuerdo, y la tengo en cuenta -Sonrió.
-Entonces... Seremos más inseparables que nunca. -Le dije mientras extendía mi meñique hacia ella.
-Sí, claro, pinky promise -Dijo agarrando mi meñique con el suyo- Ahora deberías de irte, se está haciendo tarde y si llegas tarde te reñirán.
-Ah, sí. Mañana nos vemos pues.
-Así será.

Abrí el paraguas y me dirigí hacia mi casa. Tenía 15 minutos de camino asegurados, y no podía dejar de darle vueltas a algo: Ella... ¿realmente me sigue amando? ¿de verdad estaremos juntos durante toda la eternidad? Ojalá así sea...

Camelia Blossom, capítulo 2.

El Viernes llegó relativamente rápido. Todo lo rápido que puede ir el tiempo cuando estás asquerosamente incómodo en un lugar y desearías estar en otro. Pero no me quejaré, eso no va a arreglar nada al fin y al cabo. Las clases pasaron también relativamente rápidas como siempre, en las pocas que atendí estudiamos La Batalla de Termópilas, cómo conjugar verbos, la vida y obra de Platón... Nada demasiado fuera de lo normal.
Ese día Eizo estuvo especialmente... Eizo.

-¿Qué? Ya es viernes, estarás contento, vas a ver a tu "algodoncito de azúcar", pichón. -Dijo entre risas.
-¿Quieres cerrar la boca? De verdad que cada día eres más estúpido...
-Oh, venga, pero si te has sonrojado.
-¿Y quién no, con tal retrasado mental al lado?
-Deberías de tragarte el orgullo, sabes que si yo me voy, no tendrás a nadie.
-Pardon? ¿Y tú sí?
-Eso son pequeños detalles sin importancia...
-Sabes que sin mí no eres nada aquí, esto sería como una jungla.
-Eres un egocéntrico de mierda... Pero sí, tienes razón.
-¿Ves? Yo siempre gano.

Y así durante toda la mañana. Recordándome que era Viernes, que la vería, la abrazaría y recordándome las ganas que tenía de salir de esa especie de cárcel que me parecía en ese momento la escuela.

La mañana terminó y Eizo y yo, como a diario, nos dirigimos a nuestras respectivas casas charlando el breve tramo en el que nos pillaba a ambos de paso.

-Entonces, ¿no piensas decirle nada? Me parece una estupidez.
-No... Quiero decir, no creo que sea necesario decirle nada. Nos conocemos desde que estábamos en la cuna, sólo con mirarme lo entenderá perféctamente todo.
-Di lo que quieras, sigue sonándome estúpido.
-A-Además... ¿Te recuerdo que ella está con Matsumoru? Aparte yo ya le he hecho demasiado daño, como para encima, cuando trata de levantar un poco la cabeza, volver a meter el dedo en la yaga...
-Eh, Aki, si vas a ponerte victimista, preferiría que cerrases el pico. Al fin y al cabo Matsumoru no vive en Suita, sabes que tienes las de ganar.
-Me parece un razonamiento completamente ridículo.
-Ambos conocemos a Kimura, sabemos cómo va a acabar esto.
-No, perdona, yo la conozco, tú como mucho la intuirás. Y no, no sabemos absolutamente nada, así que no pienso dar nada por sentado.
-En fin, di lo que quieras, si prefieres quedarte en tu caparazón como una tortuguita asustada, yo no voy a esforzarme en ayudarte. Me voy a casa.

En realidad, cuando le decía a Eizo que no sabía como acabaría esto, mentía. En el fondo sentía que tanto ella como yo sabíamos cómo iba a acabar todo esto... La leyenda del hilo rojo no podía estar equivocada.

Finalmente, la tarde llegó. Corrí a vestirme, ponerme mis zapatillas a lo All-Stars y a plancharme el pelo. Cogí las llaves y me puse en marcha. 15 minutos después llegué al parque donde solíamos reunirnos Rin, yo y nuestros amigos. Y allí estaba ella. Automáticamente una sonrisa se dibujó en mi rostro, como es habitual siempre que ella está cerca y en cuanto se dio la vuelta y me vio corrió hacia mí a abrazarme. Fue un detalle que me encantó y que de verdad agradecí.

-V-Vaya, menudo recibimiento. -Sonreí.
-No, si encima te quejarás... Nii-chan, baka...
-¡N-No, no, no me quejo, justo al contrario!
-Ya, sí, seguro -Dijo tratando de soltarse, pero no podía porque yo la agarraba con fuerza, y al fin y al cabo, ella tampoco deseaba que la dejase de abrazar.
-Oye, oye, no te vayas, ¿me haces esperar toda una semana para ahora irte? ¡Luego soy yo el mal hermano!
-Mnye... Calla. -Y volvió a la posición de antes.

La verdad es que abrazarla es posiblemente lo que más me gusta en el mundo. Vale, está bien, también admiro el arte, pero no estamos hablando de eso... Simplemente siento que podría estar así toda mi vida, sin cansarme, y me pregunto qué pensará ella, si podría estar así toda su vida, como yo, y si se siente protegida cuando está entre mis brazos...

Al cabo de unos cinco minutos fui a saludar a todos los demás.

-Oye, Aki, tú y yo tenemos que hablar. -Me dijo Azuma Midori.
-¿Eh? S-Sí, claro, ahora mismo si quieres.
-Bien.

Nos retiramos a un lado para que nadie husmeara en la conversación y entonces, sin más, me preguntó:

-Oye, a ti te sigue gustando Rin, ¿verdad?
-Por supuesto, me encanta, ¿acaso alguna vez dejó de hacerlo? Me parece una respuesta un tanto estúpida incluso.
-Pues sí, porque la miras con unos ojitos...
-¿Eh? ¿Yo hago eso? Mientes.
-No, no miento, la miras como si fuera... Qué se yo, una obra de arte, a la altura de la Giocconda o algo así. Aparte, ¿y esa sonrisa que tienes siempre que está contigo? Parece que se te vaya a salir de la cara, tío. De todos modos, no entiendo entonces por qué actuaste como lo hiciste.
-Yo lo entiendo menos, créeme.

"Una obra de arte a la altura de la Giocconda", ¿eh? Ya, claro, ya le gustaría a Da Vinci...

Una vez resuelta su más que evidente duda, volvimos de nuevo con los demás. Rin estaba allí, de espaldas, así que la cogí por el vientre y arrastré de ella para hacerla que se sentase entre mis piernas. La abracé y ella me agarró las manos. En ese momento, sentía que no podía ser más feliz. Como acostumbra a decir ella, estaba Nyappy, aunque me cueste admitirlo, ya que yo soy casi como el anticristo con esa palabra.

-¿Contento?
-No sabes cuanto.
-Oh, la seriedad personificada está contento.
-¿Sabes qué? Te odio.
-Y yo, "no sabes cuanto..."

Así eran nuestras conversaciones habituales. Al igual que con Eizo, la lógica no corría por nuestras venas. Podíamos estar allí, abrazados, y diciéndonos que nos odiamos. Al fin y al cabo somos como hermanos, y eso son cosas de hermanos. O eso me han dicho.

-Oye, ¿te parece si vamos a dar una vuelta y compramos algo de beber?
-¿Huh? Ah, por mí vale, aprovecha ahora que nadie me reclama...
-Bien, vamos pues.
-Pero no me hagas nada feo, ¿eh? No soy más que una chica indefensa -Dijo dramatizando a modo de burla.
-¿Quieres callarte? Ni que fuese un violador o algo así. Además, eso de que "no eres más que una chica indefensa" no te lo crees ni tú, aún me duele la última patada que me diste...
-¡Te la merecías, por bocazas!
-Metro-y-medio -Dije para molestarla- Vale, vale, lo siento, no me pegues.
-Eso me gusta más. Aparte, algún día mediré 2 metros, y te superaré, y tendrás que suplicar clemencia. WAHAHAHA.
-Sí, ya, ánimo...
-¿Insinúas algo? Maldito perro.

Llegamos a una máquina expendedora y cogimos un refresco energético cada uno. Después, nos sentamos en un banco cercano.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Camelia Blossom, capítulo 1.

No existe el destino, y nuestro destino es estar juntos. Eso es lo único que sé.

Me desperté pensando en ella, como cualquier otra mañana, y me quedé tumbado en mi cama, mirando al techo con la mirada perdida. Un grito de mi madre me devolvió a la realidad.

-¡Aki! ¡Mitsuharu Aki, despierta ahora mismo, vas a llegar tarde a clase!

Miré la hora en mi teléfono móvil. Había estado ni más ni menos que 15 minutos, sobre la cama, mirando hacia el techo con la mirada perdida, cual cuerpo sin vida. Tenía media hora para prepararme y llegar a clase, así que me levanté rápidamente a vestirme y a meter los libros necesarios en mi mochila. Pasados 20 minutos (Sí, ¿qué pasa? No me gusta hacer las cosas apresuradamente...) me estaba poniendo la chaqueta y me disponía a dirigirme al instituto.
Una vez fuera me limité a hacer lo de todos los días, cogí mi móvil, activé el reproductor de música y me puse los auriculares en las orejas. Es algo que solía hacer, me siento incómodo caminando por la calle sin escuchar música, necesito algo para distraerme, si no me pongo nervioso. Es como... Si me sintiera... Observado. Y entonces me pongo nervioso y me preocupo por cosas como qué cara estaré poniendo en ese momento, si se me verá nervioso, si camino de una forma extraña o millones de estupideces más. Cuando voy solo, la gente me suele hacer sentir incómodo. Todo es muy aburrido por Suita, digamos que la gente es estrictamente conservadora y consideran cualquier detalle fuera de lo normal. Vale, es verdad que no tengo un aspecto ordinario, pero la gente sigue sin darse cuenta de que los que realmente hacen daño al mundo son los señores vestidos con corbata y traje, no los que visten con chaquetas de cuero o vaqueros ajustados. ¿Tan difícil es de comprender que somos normales, como cualquier otra persona? La sociedad apesta.
Seguía sin poder dejar de pensar en ella, como de costumbre. Ella, Kimura Rin, amiga de la infancia y de la que he estado enamorado toda la vida. De hecho, opino que es la mujer de mi vida. Simplemente no puedo imaginarme un futuro al lado de cualquier otra persona que no sea ella... No quiero estar con otra persona que no sea ella, preferiría estar soltero toda la vida y pudrirme en una casa llena de gatos. En realidad no suena tan mal...

Cuando quise darme cuenta, ya estaba casi en el instituto, y allí estaba Sato Eizo, como siempre.

-Buenos días. -Le saludé-
-¿Eh? Ah, sí, hola.
-¿No deberías de haberte despertado ya? -Sonreí-
-Calla, imbécil.
-Sí, yo también te quiero...

Así eran nuestras conversaciones normalmente, absolutamente nada tenía lógica. De hecho, ¿qué es la lógica?

-Oye, Aki, ¿a qué se debe esa cara tan larga?
-Ah... No, nada, lo de siempre.

Ese "Nada, lo de siempre" solía significar algo como "Cualquier cosa relacionada con ella", así que no insistió, al fin y al cabo le importa una mierda.
Llegamos a clase, nos sentamos en nuestros pupitres y entonces entró el profesor Genda.

-Buenos días, alumnos. Por favor, un poco de órden. Hoy estudiaremos...

Ni siquiera escuché lo que íbamos a dar ese día, simplemente no tenía ganas de otra cosa que no fuera abrazarla. No estaba interesado en nada más. Sin más, como de costumbre, me quedé con la mirada perdida en cualquier sitio pensando en ella, en sus ojos, en su sonrisa y en por qué fui tan estúpido... Y así me mantuve durante un buen rato.

-Tierra llamando a Mitsuharu. Tierra llamando a Mitsuharu Aki. -Bromeó Eizo.
-Calla, gilipollas, ¿no ves que estaba pensando?
-Ah, sí, lo siento, no debí de haber interrumpido tu viaje con Rin por el reino de la fantasía donde todo es dulce y no importa otra cosa que hacer el amor y la paz -Dijo Eizo con todo burlesco.
-Eh, eh, ¿qué dices? Ni que fuera una especie de hippie que se droga y tiene "viajes astrales". Sabes que no soy precisamente la personificación de la alegr...
-Por favor, señores Mitsuharu y Sato, ¿serían tan amables de cerrar la boca? Están empezando a impacientarme.
-Sí, lo siento... -Dijimos al unísono-

Y así, sin más, pasaron las horas hasta la hora de almorzar.
No tenía mucho apetito, así que sólo comí un poco del bento y un par de onigiris que mi madre me había preparado.

-Increíble, el señor "comelotodo" dejándose comida en el plato. Corre, ¡sacad una foto a esto!
-¿Quieres bajar la voz? Todo el mundo nos mira y eso me hace sentir incómodo. Y creeme que hoy no estoy para tonterías.
-¿Otra vez pensando en gilipolleces? De verdad que no sé cómo te puedes preocupar por eso. Si acabaréis estando juntos, como siempre ha sido. Me parece una estupidez darle tantas vueltas.
-¿Sí? ¿Y tú cómo sabes eso? ¿Es que eres una especie de vidente? Además, no es eso lo único que me preocupa, simplemente hay veces que la gente comete errores, y se arrepiente. Pero claro, no creo que la edad mental de don "lohagotodobien ysoyunmachote" alcance para tanto. Deberías de madurar un poco, ¿sabes?
-Oh dios mío, cuidado señores, tenemos un malote entre nosotros.
-Das pena, tío. Acaba ya de comer y vayámonos.
-¡A su órden, general!

Cuando Eizo acabó de comer fuimos bajo un árbol al que acostumbrábamos a ir desde que nos conocimos el primer día  que los dos cursábamos secundaria. Una vez más, cerré los ojos y dejé a mi mente hacer su trabajo. Realmente tenía ganas de volver a casa y hablar con ella, la echaba terriblemente de menos, como a diario suele pasar.

-Eh, tú, que te estás quedando dormido.
-¿Qué dices? ¡Sólo estaba pensando!

Tenía razón, casi me quedé dormido allí en medio. Se estaba tan cómodo, apoyado en el árbol con la brisa que nos aportaba su sombra...

A última hora tuvimos clase de Filosofía. Como había hecho en todas las demás clases, no presté demasiada atención y me limité a seguir en mi mundo, pensando. Esta vez me puse a darle vueltas a lo que Eizo había dicho a la hora del almuerzo. "Acabaréis estando juntos, como siempre ha sido." Sinceramente, yo también lo creía así.
Una extraña leyenda japonesa dice que todos vivimos con un hilo rojo atado a nosotros por un extremo, y la persona atada al otro extremo de ese hilo será con la que pasarás el resto de tu vida y de la que nunca te podrás separar, ni siquiera aunque así lo quieras. Sentía que eso nos describía a la perfección. Rin y yo hemos sido mejores amigos desde que tengo uso de razón. De hecho, somos casi como hermanos. Completamente inseparables. No hay nada que nos pueda separar, como mucho nos podría distanciar mínimamente, pero nunca separar. Básicamente porque no queremos separarnos. O eso creo.

El sonido del timbre me devolvió a la realidad una vez más. Eizo y yo salimos rápidamente y nos dirigimos hacia nuestras respectivas casas. A mitad de camino nos separamos y yo, como es normal en mí, me puse a escuchar música por mi manía de caminar por la calle sin ninguna distracción.
Llegué a casa, comí (Estaba hambriento, al fin y al cabo no había comido mucho por la mañana) y sin más me dirigí a mi habitación y enchufé el ordenador para descubrir que ella, Kimura Rin, estaba conectada. Ese pequeño pilotito verde al lado de su nombre, cosa que indica que está en línea, es posiblemente lo que alegra mi día a día. Rin me saludó con la energía a la que siempre me ha tenido acostumbrado:

-Onii-chaaaaaaaan! >ww<  <333 ¿Qué tal ha ido el día, honey?

Adoraba que me llamase así. Honey... No sé, me parecía una forma dulce y curiosa  de llamarme, a la par que redundante. Honey, ¿yo? Debería de llamarme Wasabi, o algo así. La verdad es que es absolutamente adorable, se mire como se mire, aunque ella se suela  empeñar en decir lo contrario...

Y así fue lo que quedaba de día, se desconectó, la esperé escuchando música, volvió a ponerse en línea, se fue, nos deseamos las buenas noches y al rato volví a la cama con dos cosas en la cabeza:

Lo enormemente arrepentido que estaba por haber hecho daño a la persona que más he querido y querré nunca y que en dos días la vería, algo que necesitaba enormemente en esos momentos.

sábado, 14 de mayo de 2011

The Owl. Parte II.

''Incluso tendrías que darme las gracias por no haber derramado ni una sola gota de sangre... Aún.'', las palabras de esa nota de Mark se clavaron en la mente de Marie Jane como si se las hubieran escrito con alguna clase de metal ardiendo, como marcándolo dejando un rostro imborrable. ¿Qué tenía pensado hacer con ella? Algo estaba claro, iba a morir en cuanto cumpliera los 39 años, y para eso quedaban menos de 24 horas.

Marie no pudo dormir esa noche, como había previsto que ocurriría. Pensó en la nota toda la noche:

-Sin duda no es una nota típica de una venganza, no habían instrucciones a seguir, ni un precio a pagar aparte de la muerte, pero ese es un precio que se paga en cualquier asesinato... Eso no puede ser todo, tiene que haber algo más, algo más...

Entonces sonó el timbre. Era un cartero que traía un pequeño paquete para Marie, se lo entregó y pidió a Marie una firma, una vez firmado se marchó por donde había venido sin dejar de dar los buenos días antes, por supuesto. El paquete contenía un osito de peluche y otra nota con la misma caligrafía y con la misma cinta roja de la anterior.

''Vaya... Tu pasado te persigue, al parecer. ¿Qué sentías al ver que todos tus mayores miedos se hacían realidad? Algún día comprenderás todo esto...''

El osito de la caja era un oso de peluche que el padre de Marie Jane le había regalado antes de morir, cuando ella apenas tenía unos 10 años. Desde entonces se convirtió en su mayor confidente. Siempre que se sentía mal abrazaba a su oso, lo empapaba en lágrimas, le explicaba lo que le pasaba y cuando se sentía más relajada trataba de sonreír, al fin y al cabo, para ella, hablar con ese osito era como hablar con su padre, fué el regalo que le dio antes de morir, antes de que el mayor de sus miedos se volviera realidad...

Marie Jane no pudo evitar abrazarlo y empezar a llorar mientras se lanzaba sobre su cama, tenía tantas cosas que decirle, llevaba tantos años sin verlo... Al parecer, según Mark, tenía una explicación y algún día Marie llegaría a comprenderla... Rápidamente se secó las lágrimas y se vistió para ir a hacer una visita al inspector Powell.

En escasos treinta minutos llegó a comisaría, esta vez quién le esperaba en recepción no era la agente del día anterior si no un agente con cara de pocos amigos.

-Perdone, ¿Podría decirle al inspector Powell que Marie le quiere ver, por favor? -Sintió un profundo dejá vù pronunciando esas palabras-
-Claro, sin problemas. -Le contestó el agente con una gran sonrisa... Al parecer Marie se había equivocado por completo, ya dicen que las apariencias engañan...-

En apenas medio minuto el inspector Powell se presentó delante de Marie y sin mediar palabra la agarró de el brazo y la llevó a su despacho.

-Tengo algo muy importante que contarte, han encontrado algo nuevo relacionado con los casos de los cuatro asesinatos.
-Algo... ¿Nuevo?  No entiendo a que se refiere... Tranquilícese y explíquese, por favor.
-Al parecer encontraron una nota en casa de una de las fallecidas... ¿Y sabes qué ponía en el reverso? Ponía, en una caligrafía pésima y sucia ''Para Marie Jane''.
-¡¿C-Cómo?! ¡¿Para mí?! -Preguntó Marie con un gesto de incredulidad en sus palabras.-
-Sí... Aunque al parecer no es nada relevante sobre los asesinatos... Pero te la daré, si es para tí quizá tenga algún significado. Hágamelo saber si le encuentra alguno, y ahora debo de irme, tengo una reunión urgente de última hora, pásese esta tarde si tiene algo que decirme.

El inspector se fué sin mediar más palabra. Marie Jane leyó la nota mientras le temblaban las manos: ''Si quieres encontrarme tendrás que revivir tu pasado. Volver donde todo esto empezó, donde tu cielo prendió en llamas dejando un gran infierno cubierto en llamas.'' Marie Jane pensó que se refería a su antigua casa, en la cual murió su padre. Salió rápidamente de la comisaría, llegó a su casa, cogió una copia de las llaves de su antigua casa y se dispuso a revivir su pasado como decía Mark. Llegó a su casa sudando, ya que había ido a toda velocidad hacia su antigua casa, ese infierno que prometió que nunca más pisaría.

Buscó la siguiente nota con ímpetu por toda la casa, pero no encontraba nada, absolutamente nada. De repente se le encendió esa bombillita que dice la gente que se les enciende cuando tienen una idea o se dan cuenta de algo importante, en la nota ponía ''Volver donde todo empezó''... Donde todo empezó... ¡En la habitación de su padre, por supuesto! Allí es donde murió entregándole el osito de peluche al que tanto aprecio tenía.

Rápidamente se dirigió allí, en cuanto puso un pié dentro de la habitación se derrumbó, cayendo sobre sus rodillas en el suelo y empezando a llorar recordando como sus peores miedos se convertían en realidad poco a poco, ella se había prometido que nunca más recordaría eso, y sin embargo... Haciendo un gran esfuerzo se levantó del suelo, con el semblante entristecido por los fatales recuerdos y se dispuso a leer la siguiente nota de Mark, aún con el rostro empapado en lágrimas. ''¿Qué sientes cuando tienes tu pasado tan presente? ¿Qué sientes cuando recuerdas ese día? No... No me lo digas... Mejor me lo explicas esta noche en el lugar donde contabas todos tus problemas a tu osito de peluche... Donde contabas tus problemas a tu difunto padre.''

Marie Jane decidió no decirle nada al inspector Powell, ya que no era nada relevante para la investigación y era algo que difícilmente podría llegar a comprender. Salió de su vieja casa aún temblando un poco por el terrible shock que tuvo al recordar todo eso, al recordar como las llamas la prendían en fuego haciendo que formase parte de ese terrible infierno...

Finalmente, volvió a su casa, estaba bastante cansada de tanto correr y su llantina le dió dolor de cabeza y sueño, se lanzó sobre la cama, abrazó su peluche y quedó profundamente dormida sin darse cuenta. Cuando abrió los ojos eran casi las once y media de la noche, rápidamente se levantó, se cepilló el pelo, cogió al peluche y se marchó al sitio que Mark había mencionado.

Llegó al bosque que había tras su antiguo colegio a las doce menos veinte de la noche, se dirigió a un cerezo en el cual ella se sentaba para hablar con su padre y reflexionar sobre sus ''problemas de cualquier adolescente'', el hecho de que lo hiciera en ese cerezo y no en cualquier otro es que sus ramas creaban una forma que se asemejaba a la de un corazón, en cuanto llegó a su destino cayó al suelo, abrazó el peluche y se puso a llorar de nuevo, sin poder evitarlo. Entonces, levantó la vista debido a que un extraño brillo le había deslumbrado entre tanta oscuridad. Era el colgante de Mark, el cual estaba por fin ahí, de pié delante de Marie con una bella sonrisa en la cara y le tendió la mano a Marie para que se pusiera en pié de nuevo.

-Cuantos años sin vernos... Casi ni pareces tú, estás mucho más bella.
-Vaya... Gracias, sinceramente no es la primera vez que me lo dicen en poco tiempo...
-Dejémonos de halagos y saludos, es evidente que lo que quieres es una explicación, ¿Me equivoco?
-Para nada...
-Bien, antes déjame preguntarte retóricamente... ¿Qué sentiste al revivir tu pasado? ¿Qué sentiste al revivir tanto dolor? ¿Qué sentirías si ese dolor estuviese presente en tu vida día a día, sin poder evitar recordarlo, sin poder sonreír, sin poder aguantar más de dos días bien moralmente? ¿Qué harías? Sé lo que la muerte de un padre significa... Ya sabes que yo era huérfano, mis padres murieron en un accidente de tráfico... En el cual yo estaba presente. Iba en el mismo coche que mis padres, solo que yo no tuve tanta suerte como mis padres, porque, ¿Qué sentido tiene la vida si pierdes a la persona que más quieres? Mejor dicho... ¿Qué sentido tiene la vida si pierdes a las personas que más quieres? Nunca podrás tener constancia de lo que es que tus padres mueran cuando tu tienes apenas tres años, no entiendes nada, simplemente ves a tus padres inmóviles en esa máquina motorizada que les condució a la muerte... El único recuerdo que me queda de ellos es este colgante que no me he quitado desde ese día. El día de mi décimotercer cumpleaños me adoptó una familia adinerada la cual me matriculó en vuestro instituto, confiaba en que esta vez fuese diferente, en que tuviera alguien con quien relacionarme, con quien hablar, alguien que con una simple sonrisa consiguiera hacer que olvidara ese miedo que tenía tan presente en mi vida... Entonces, apareciste tú, parecías una chica bastante agradable, siempre con ese curioso oso de peluche detrás... Pero rápidamente me encontré con lo contrario. Nunca conseguí llevarme bien con nadie, no estaba acostumbrado a esos ambientes, en el horfanato todo el mundo era humilde, todos teníamos sueños irrompibles, todos confiábamos en salir y encontrarnos con algo mejor... ¿Y qué me encontré yo? Un mundo lleno de egoísmo e hipocresía, una sociedad superficial y materialista, niños crueles que se metían conmigo a todas horas, me llamaban estúpido, inútil, me restregaban la muerte de mis padres por la cara... Entre ellas estabas tú, esa chica tan dulce que parecía tan agradable... Esa chica tan especial para mí... Yo robé tu peluche el día de tu décimocuarto cumpleaños para poder recordarte el dolor que yo sentí veinticinco años después. ¿Cómo te sientes? ¿Por qué te obligaste a olvidar tu pasado? ¿Por qué te obligaste a olvidar tu vida? Yo te he arrebatado el pasado y te lo he devuelto a la vez, maté a tus amigas y reviví a tu padre... Yo... No sabía como decírtelo... Quería salvarte de esas cuatro crueles niñas... Pero nunca tuve oportunidad, siempre fui un niño infeliz... Porque lo peor que te puede pasar es que tus preocupaciones y tus sueños compartan el mismo nombre... Pero los sueños de un crío son dificiles de romper, ¿Sabes? Prometí ser fuerte hasta que todo esto terminara... Y ahora todo va a terminar...

Mark le entregó la última nota con la última cinta roja, en ella ponía en una letra elegante y cuidada ''Te amo, y siempre te amaré, aunque mi alma se desprenda de este cuerpo y vaya a la nada donde no tendrá ningún sentimiento, mi alma seguirá viva por ti.'' Las campanas de la vieja iglesia que había en el bosque anunciaban las doce de la noche. Marie sintió como unas afiladas garras similares a cuchillas le acariciaban mortalmente el cuello haciéndole cinco cortes limpios de los cuales cayeron cinco gotas de sangre.

-Lo siento... Lo siento mucho... -Dijo Marie con sus últimas fuerzas mientras dos mares de lágrimas recorrían sus mejillas.-

El búho hizo una incisión en su muñeca cortando diagonalmente sus venas, esos tejidos tan simples y delicados que lo mantenían vivo día tras día.

Entonces, una sexta gota de sangre cayó sobre las otras cinco, poniendo así fin a su dulce venganza...

miércoles, 11 de mayo de 2011

The Owl. Parte I.

La descripción de Búho siempre le había gustado: ''Ave nocturna de presa con garras afiladas y un plumaje suave que le permite un vuelo silencioso...'' Soy el búho... -Susurró para si mismo mientras elegía a su próxima presa.- ...Y mi venganza no ha hecho más que comenzar.

El móvil de Marie Jane, de 38 años, sonó a las 5 y tres minutos, despertándola. Tenían otra terrible noticia que darle:

-Acaban de encontrar el cadáver de Dahlia Johnson, de 39 años, en la piscina de su apartamento. -Le comunicó el inspector Powell.-

Dahlia... Amiga de la infancia de Marie... Ellas dos eran las únicas supervivientes a la retahíla de asesinatos que se habían llevado a cabo normalmente. Dahlia, Penny, Cynthia y Elizabeth, las mejores amigas de la infancia de Marie Jane. Todas estaban muy unidas, se contaban todo tipo de cotilleos y confidencias como por ejemplo quién era el chico nuevo en clase, qué estaba de moda en ese momento, sus grupos preferidos... Al fin y al cabo, no eran más que unas adolescentes en eso que la gente solía llamar ''La edad del pavo''.

Marie ni siquiera se sorpendió con la noticia, sabía que la tragedia llegaría tarde o temprano, Dahlia no iba a correr mejor suerte que las otras tres mujeres. Marie prometió investigar a fondo quién fue el psicópata que llevó a cabo esos terribles asesinatos. Dahlia murió ahogada en su piscina mientras se daba uno de sus chapuzones matutinos, Penny murió en un dudoso accidente de tráfico, según dijeron los forenses, los frenos de su coche estaban manipulados para fallar, desencadenando así el terrible final, Cynthia murió envenenada, en una de sus fiestas del té que tanto acostumbraba a organizar y Elizabeth... Todo apuntó a que fué un suicidio, la encontraron colgada del techo del sótano de su casa, pero Marie sabía que no podía ser un suicidio, esos asesinatos no podían ser coincidencia.

Cuando se quiso dar cuenta ya eran las siete de la mañana pasadas, inmediatamente se preparó un café cargado de azúcar y se puso algo de ropa: Una camiseta blanca de manga corta, una chaqueta de cuero, unos pantalones vaqueros y unas botas fueron parte de su atuendo del día. Marie Jane tenía claro lo que haría esa mañana: Investigar sobre los asesinatos de sus amigas antes de que fuera demasiado tarde y perdiera su oportunidad de hacerlo.

Llegó a la comisaría a las ocho de la mañana aproximadamente y se dirigió rápidamente a la agente que estaba en recepción esa mañana.

-¿Le podría decir al inspector Powell que Marie le quiere ver, por favor?
-Pero... Ahora mismo está reunido y dudo que pueda atenderla, señorita, espere en una de esas butacas de allí, por favor. -Dijo señalando una especie de sala de espera.-
-Oh... está bien, gracias.

Marie estuvo barajando varias hipótesis durante tres cuartos de hora, cuando a las ocho y cuarenta y siete minutos de la mañana el inspector Powell salió de una gran sala con muchos asientos acompañado de unos trece agentes de policía más y dos forenses.

-Vaya... Mira a quien tenemos aquí, la señora Marie Jane Dawson, quién la ha visto y quién la ve... Estás infinitamente más bella que hace diez años.
-Vaya... ¿Y a quién ven mis ojos? Jack Powell, igual de cortés que siempre, no cambiarás nunca... -Dijo Marie con un tono de ironía en su voz.-

Jack y Marie iban juntos a clase en el instituto, junto a las otras cuatro mujeres asesinadas. Jack no evitó querer llevar el caso sobre esos asesinatos, opinaba igual que Marie: No podía ser una simple coincidencia.

-Así que estábais hablando sobre el asesinato de Dahlia y las otras tres chicas -Dijo Marie.-
-Efectivamente. Dahlia Johnson, Cynthia Michaels y Penny Michaels -Eran hermanas gemelas.- y Elizabeth Jackson, de 39 años todas. Tú siempre fuiste la menor de ese grupo... Aunque dentro de dos días cumplirás los treinta y nueve, yo de tí vigilaría seriamente mis espaldas...
-Así no ayuda, inspector, de nada sirve que me meta miedo en el cuerpo, yo también planteé la posibilidad de que yo fuese la siguiente... Y posiblemente la última.
-¿Inspector? Vaya... Me sorprende que me hables con ese respeto, al fin y al cabo nunca nos llevamos nada bien.
-Bueno... Se supone que en algún momento hay que madurar, hecho que al parecer no ha podido asimilar tu cerebro aún. -Dijo Marie un poco enfadada.-
-Bueno... ¿Está aquí para insultarme o para informarse sobre las muertes de sus amigas? -Le dijo Jack a Marie, devolviéndole su muestra de respeto mientras caminaba hacia su despacho con una carpeta en sus manos.- Sígame, por favor.

Llegaron al despacho del inspector Powell, era un despacho bastante grande, con un moderno ordenador, uno de esos aparatos que solo tenía la gente importante por ese tiempo, varias plantas artificiales y un par de estanterías con ficheros ordenados alfabéticamente. Jack cogió los ficheros de las cuatro mujeres y los lanzó sobre su mesa.

-Aquí están, todas las autopsias de los cuatro cadáveres: Dahlia fué encontrada a las cuatro menos cinco flotando sobre su piscina, muerta, después de la llamada de un vecino que vió su cadáver diez minutos antes. Penny se estrelló contra un muro debido a un fallo de los frenos de su automóvil, según parece se partió el cuello y murió al instante sin ningún tipo de dolor. Cynthia murió mientras tomaba el té con su grupo de nuevas amigas -Puesto que se creía una verdadera lady victoriana del siglo diecisiete. Era una persona bastante egocéntrica.- al parecer dió un sorbo y cayó sobre la mesa instantáneamente, pegándose un golpe seco contra ella. Era un veneno bastante efectivo, no tardó mucho en paralizar sus órganos vitales. Y, finalmente, Elizabeth... Ella... Esa chica estudiosa, con una vida brillante por delante aún a pesar de estar rozando los cuarenta, era una importante científica la cual me ayudó en muchos de mis casos... Íbamos a casarnos, ¿Sabe? Y al parecer se quitó la vida... Me parece algo difícil de creer, ¿Qué le parece a usted?
-Opino que es imposible que se quitara la vida, tenía un buen trabajo, un buen marido -Jack frunció el ceño, no se creía que estuviera halagándolo.-, el dinero necesario para vivir tranquila, varias casas, había servido de ayuda en muchos de los asesinatos más importantes... Suena demasiado irónico que se quitase la vida. Además, las cuatro víctimas iban a la misma clase, formaban parte del mismo grupo de amigas y ahora, las cuatro han muerto casi simultáneamente... Y estoy completamente segura de que yo seré la siguiente.

Tras una buena charla de casi tres horas dieron las once y media de la mañana, Marie se puso su chaqueta y volvió a casa, no estaba de humor después de esa sucesión de tragedias que le habían arrebatado a todas las amigas de su infancia y parte de su adolescencia. Nada más llegó a casa colgó su chaqueta sobre un perchero y se tiró sobre su sofá, no parecía haber reparado en el extraño objeto que había delante de su puerta, finalmente lo vió. Era una especie de tarjeta pequeña con un cordel rojo en el cuál había un mensaje escrito con una caligrafía bastante sucia: ''Parece que estás buscándome... Eso significa que ya sabes quién soy, esta podría ser una digna batalla... ¿Qué se siente cuando te arrebatan tu infancia? ¿No te parece una justa venganza? Incluso tendrías que darme las gracias por no haber derramado ni una sola gota de sangre... Aún.''

Esa letra le era curiosamente familiar, no tardó rápidamente en darse cuenta de que era la letra de Mark Davis, un antiguo compañero de clase. Era un chico bastante extraño, silencioso y parecía no tener ningún amigo. Marie Jane y las otras chicas solían meterse con él normalmente, llamándole perdedor y agrediéndole físicamente, ya que él nunca se defendía y las chicas lo tomaron como su pelele rápidamente.

-Así que Mark... Parece que no estaba equivocada... ¿Esta será su dulce venganza? Está bien, adelante, sorpéndeme con tu siguiente asesinato...

Lo que ella no sabía es que una extraña silueta la observaba detenidamente. En su cuello brillaba un curioso objeto: Un collar con un reloj de plata en forma de Búho. Las manecillas contaban el tiempo hasta su final y agonizante venganza...